"Los ingredientes que deberían sazonar el perfil de nuestro alumnado serían la innovación, motivación y formación interdisciplinar continua"
María López Vallejo es Vicedecana de Estudiantes, Extensión Universitaria e Internacionalización en la Facultad de Ciencias de la Educación y el Deporte de Melilla. Estudió Filología Hispánica. Master en Estudios Superiores de Lengua Española. Ha desarrollado su docencia e investigación en varias universidades europeas e hispanoamericanas. Vinculada en la actualidad al Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura. Coordinó el Primer Proyecto de Prácticas Interdisciplinares dentro del Grado en Educación Primaria de la Universidad de Granada en el Campus de Melilla.
Por tu trayectoria se puede decir que eres una hispanista…
Sí, sin duda, me puedo identificar como tal, sobre todo en lo que a nuestro idioma podemos referirnos.
¿Cuál es la «diacronía» de los estudiantes y el mundo del trabajo en tu entorno?
Normalmente la trayectoria de nuestro alumnado es obtener la titulación de grado con el objetivo de poder acceder al concurso de oposición y, una vez superado, dedicarse a la docencia, si nos referimos a los títulos heredados del tradicional magisterio, esto es, Educación Primaria y Educación Infantil. Distintas son las perspectivas de los discentes del Grado en Educación Social, vinculados con asociaciones y ONG desde años iniciales de su formación universitaria, en las que posteriormente encuentran vías de continuidad en muchas ocasiones; y las de los estudiantes del doble grado, desde donde se empiezan (téngase en cuenta que este año se graduará la segunda promoción) a gestar proyectos empresariales. Las inquietudes de estos últimos estudiantes son distintas ya que aspiran a una formación superior que les permita desarrollar su experiencia profesional en el ámbito de salud y deporte, entrenamiento, organización de eventos deportivos, etc.
Danos perfiles en tu campo que crees que la sociedad necesita…
Habría que distinguir las exigencias según el grado en cuestión, pero, en general, los ingredientes que deberían sazonar el perfil de nuestro alumnado serían la innovación, motivación y formación interdisciplinar continua. Se trata de sujetos que aúnen competencias multidisciplinares que los capacite para desenvolverse en un complejo escenario donde amenaza la proliferación de profesiones hasta ahora incluso inexistentes.
¿Qué conclusiones sacas de los planes de prácticas?
Es una oportunidad que permite conciliar la formación universitaria y el contexto real. Merced a los planes de prácticas los estudiantes tienen la posibilidad de actualizar el verdadero sentido de su instrucción académica recibida, a veces sospechosamente alejada del entorno más inmediato. Muchos de ellos refuerzan su vocación o, en sentido contrario, frustran sus expectativas cuando descubren cuál es el proscenio en el que deben actuar.
Por ello, es pertinente que los estudiantes puedan tener formación práctica externa desde cursos iniciales, algo que, desde la exclusividad, se ha liderado en la Facultad de Ciencias de la Educación y del Deporte de Melilla en el marco del Proyecto de Prácticas Interdisciplinares (para el Grado en Educación Primaria); Prácticas Globalizadoras (Grado en Educación Infantil ); Prácticas Integradas (Grado en Educación Social); Prácticas Deportivas (Grado en Educación Primaria y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte). Gracias a este proyecto los estudiantes de nuestro centro tienen contacto con los centros escolares; asociaciones, ONG e instituciones de atención social; clubes y federaciones desde el primer o segundo curso de la titulación, circunstancia que permite descubrir en los destinatarios su acierto o desconcierto con la elección que han realizado a la hora de iniciar sus estudios universitarios.
¿Qué experiencia tuviste en la Asociación de Jóvenes Investigadores de Historiografía e Historia de la lengua española?
Una experiencia dotada de positividad. Entrar a formar parte de esta asociación me brindó la oportunidad de inaugurar mi carrera de difusión investigadora, además de—y he aquí lo más importante—conocer a gente maravillosa profesional y personalmente.
El hecho de haber podido formar parte de la Junta Directiva también me posibilitó un destacable aprendizaje en cuestiones de gestión, a lo que se sumó la responsabilidad de organizar el VI Congreso de la entidad en Granada (participar en el proceso de organización fue por aquella época un arduo reto cuyo resultado mereció significativamente la pena).
Ser ajihlero ha sido una identidad.
Has sido responsable de varios cargos de gestión en tu Facultad…
Sí, desde que llegué a Melilla he desempeñado algún cargo. Inicié la andadura en la Coordinación del Primer Proyecto de Prácticas Interdisciplinares al que he hecho referencia; proseguí con mi participación en el Gabinete de Orientación Universitaria, primero como secretaria y después como directora. Finalmente desemboqué en el Vicedecanato de Investigación, Innovación e Internacionalización con el equipo decanal precedente y continúo hasta la actualidad con el equipo vigente en el Vicedecanato de Estudiantes, Extensión Universitaria e Internacionalización
Tendrás muchas propuestas de mejora…
Estas siempre son inagotables: todo es susceptible de medro y nuestra apuesta se dirige a una afán de superación reiterada.
Como sería imposible dar cabida al listado, solo me voy a detener en la necesidad de mejora de las infraestructuras. Las limitaciones de espacio y las deficiencias en infraestructura son los peores aliados en nuestro quehacer diario y en nuestro empeño de crecer en líneas de actuación de distinta índole.
¿Qué prioridades tiene vuestro Plan de Internacionalización?
Contribuir a que siga aumentando el número de estudiantes Erasmus outgoing e incoming.
En el primer caso, podemos darnos por satisfechos, dado que merece ponerse de relieve el acusado crecimiento; en los últimos años las cifras se han octuplicado (confieso no exagerar). No obstante esta satisfacción no nos detiene y seguimos abogando por que el cómputo continúe en esta tendencia ascendente.
En el segundo, el aumento es mucho más tímido. No es difícil que los estudiantes internacionales elijan voluntariamente como destino Melilla, por la mala prensa que sufrimos, por motivos económicos y porque —lo tengo que decir—, competimos con la “metrópoli”, la ciudad de Granada.
Sin embargo, una vez que, por equívoco —en la mayoría de los casos— aterrizan en África, les merece la pena la aventura. La atención personalizada que reciben institucionalmente y las ventajas que ofrece Melilla son prerrogativas.
¿Qué influencia tiene perfil plurilingüe del alumnado de nuevo ingreso en el Campus de Melilla?
Aquí tenemos mucha materia prima que moldear. Nos encontramos con una de las principales trabas. La mayoría de nuestros estudiantes no tiene acreditado un nivel B1 cuando ingresa en nuestra facultad, circunstancia que los limita, por ejemplo, a la hora de elegir destino para realizar una estancia Erasmus (la tendencia es que los centros receptores exijan B1 o B2); o cuando quieren optar a alguna beca vinculada con el panorama internacional.
Asimismo, se da frecuentemente la circunstancia de que concluyen sus estudios en cuanto a materias curriculares, pero no pueden concluir su título porque no disponen de la acreditación mínima exigida.
Con la intención de subsanar este problema se han desarrollado varias medidas, entre ellas, articular cursos de formación lingüística; a propósito, se ha conseguido, en este sentido, contar con la colaboración del CLM.
Tu percepción del momento de sintonía entre el Campus de la UGR y la Ciudad Autónoma de Melilla…
La sintonía, afortunadamente, es melódica. No podría sonar la música sin este dueto.
Son inextinguibles los actos de mendicidad —permítaseme el término— que prodigamos en la CAM cuando queremos hacer efectiva muchas de nuestras iniciativas: implantación de nuevas titulaciones; organización de cursos; eventos deportivos…
Hablas en la entrevista de la noche de los investigadores, de las incómodas exigencias burocráticas a las que estamos continuamente supeditados…
En efecto, nuestra labor más ingrata: estar supeditados a las desapacibles exigencias burocráticas. Para ver cumplido cualquier objetivo, los trámites previos son desoladores, incitadores a abortar el propósito en miles de ocasiones.