"Una burbuja de perfección..."
Belén Rivero Gutiérrez, PhD. Department of Pathology. Stanford University. Natural de Ayamonte. Licenciada en farmacia y doctora por la UGR (Medicina Clínica y Salud Pública), programa realizado en el Departamento de Farmacología bajo la dirección de los profesores Antonio Zarzuelo, Fermín Sánchez de Medina y Olga Martínez. Durante el doctorado tuvo una estancia de tras meses en el Instituto de enfermedades metabólicas, en la Universidad de Cincinnati.
No dejó de participar de Erasmus durante la licenciatura. Marsella fue el lugar, en la Université de la Méditerranée. También becaria FPU, mención cum laude en doctorado,así como una postdoctoral en Fundación Alfonso Martín Escudero.
¿Qué tenías en mente al empezar los estudios?
Muchas cosas, y muy diversas. Mirando atrás, ahora veo que estaba bastante perdida a los 18 años. Nunca tuve una vocación definida desde la infancia, sabía que me gustaban las ciencias de la salud, un campo bastante amplio y elegí farmacia porque ofrecía salidas laborales muy diversas y relacionadas, a su vez, con ciencia y medicina. Estaba muy alejada de la investigación y ni siquiera conocía la hoja de ruta por aquel entonces.
Entre examen y examen ¿Cómo iba cambiando tu hoja de ruta?
Mucho. Tuve una época donde consideraba el FIR como primera opción, otra donde quería empezar directamente a trabajar en el extranjero, por la aventura de viajar y aprender idiomas. Pero, en general, a medida que iba avanzando en la carrera, fui conociendo y explorando distintas áreas, y diferenciando lo que más me llamaba la atención. Sin duda, fue en cuarto curso cuando realmente me motivé e interesé por la ciencia. Literalmente me enamoré de la farmacología, fue un curso magnífico y muy divertido, con los profesores Antonio Zarzuelo y José Jiménez, quienes elaboraban clases muy participativas e interesantes. A raíz de ahí, centré mis esfuerzos en mejorar mi expediente académico y posteriormente unirme al departamento de farmacología para realizar la tesis doctoral, sin duda gracias a mis profesores y directores de tesis, quienes me tendieron su mano y ayudaron en todo.
¿Cuándo empezaste a verte al otro lado del Atlántico?
En 2014, y gracias a las becas CEI-Biotic para estancias predoctorales en el extranjero, tuve la oportunidad de venir por primera vez a Estados Unidos, concretamente al Metabolic Disease Institute, en Cincinnati. Conocí por primera vez el país, su cultura y su nivel científico, y, entre otras cosas, me sentí atraída por los recursos disponibles.
Para una etapa más duradera como la postdoctoral, California sonaba mejor que Ohio a mis oídos. Aquí se concentran muchas Universidades y centros de investigación de alto prestigio, y el enclave geográfico es perfecto, con un clima muy similar al nuestro. Exploré distintas opciones en la bahía de San Francisco, y finalmente conseguí un puesto postdoctoral en Stanford.
En Stanford, supongo vives otra dimensión…
Totalmente, es una burbuja de perfección a todos los niveles. El ambiente aquí es muy enriquecedor y estimulante, con una gran densidad de mentes activas, proyectos multidisciplinares, última tecnología, recursos ilimitados… Solo el censo de post-docs supera los 2000, y de cualquier esquina del mundo, convirtiéndolo además en un ambiente multicultural. Uno podría pensar que ha de ser un ambiente de lo más competitivo y lo es, sin embargo, predomina el concepto de colaborar y potenciar ideas y proyectos, donde todos ganan, no se ve el juego sucio. Además, si se trata de responder a preguntas que pretenden mejorar la vida de las personas, ¿qué sentido tendría ponernos piedras unos a otros?
Imagina donde trabajarás a medio plazo…
A corto-medio plazo me sigo viendo por esta zona, las oportunidades no faltan y creo que me queda mucho por exprimir antes de volver. A largo plazo, y si es posible, volviendo a España, o a Europa. Con muchas ganas de compartir y aplicar lo aprendido, a fin de cuentas, creo que es de lo que se trata. Estando aquí vemos lo privilegiados que somos en España de contar con un sistema público que garantiza el acceso por igual a la educación superior, y creo que estamos obligados a devolver a nuestro país y conciudadanos la inversión y confianza depositada en nuestra formación.
Ya tienes recorrido para regalarnos un consejo imprescindible…
Disfrutar de lo que uno hace, buscar la motivación. Divertirse en el trabajo, y digo trabajando, es lo mejor para que las horas vuelen y quieras volver al día siguiente, al fin y al cabo, trabajar es imprescindible. Particularmente, en ciencia, para encontrar la motivación en el día a día creo que es importante centrar nuestros esfuerzos en dar respuestas a preguntas que van a impactar positivamente a la población.
Por otro lado, también invito a salir del área de confort y explorar nuevos horizontes, a nivel personal es muy enriquecedor.
¿En qué consiste tu labor investigadora hoy?
Ahora trabajo en cáncer de mama. Mi proyecto se centra en analizar los cambios de expresión génica que se dan en la progresión del cáncer, comparando desde estadios de neoplasia temprana, pasando por carcinoma in situ y el carcinoma invasivo hasta la metástasis en nódulos linfáticos, con objeto de identificar cambios fenotípicos tempranos o tardíos que permiten a las células tumorales evadir la acción del sistema inmunitario y con ello invadir y colonizar órganos secundarios.
Háblanos de lo que más te gusta de tu entorno actual…
Es difícil elegir, está siendo una experiencia muy completa, tanto profesional como personal. En lo académico no se puede pedir más. A nivel personal he dado con gente maravillosa con quienes salimos, viajamos y compartimos vivencias. California, su naturaleza salvaje, la cultura californiana y el respeto por el medio ambiente, lo activista de su población…
Y de a lo que pegarías un cambiazo inmediato…
Obviamente, vivo inmersa en la burbuja del Silicon Valley, donde todo parece perfecto y no se aprecian los desniveles tan característicos de este país. En cuanto te alejas un poco, chocas con la realidad. A esas diferencias estructurales y sociales habría que meterles mano, y cuanto antes.
¿Sería positivo vivir la ingravidez para gestionar la ciencia?
No se si la ingravidez, pero desde luego hay que conocer el sistema desde dentro y sus carencias para optimizar su gestión. En mi opinión, hacen falta profesionales en la vida política, no profesionales de la política.