¿Empleo superfluo? El impacto de los avances tecnológicos en el mercado laboral y la destrucción de puestos de trabajo

lne.es . Albert Cano. La noticia se produjo en febrero: Facebook compraba la empresa de mensajería instantánea WhatsApp por 19.000 millones de dólares. Lo bueno es que la tecnología creada por dicha empresa da servicio a 450 millones de clientes. El problema? es que lo hace solo con 55 trabajadores. Conclusión: las empresas ligadas a nuevas tecnologías nos facilitan la vida, pero apenas crean empleos (a diferencia de lo que sucedía con las corporaciones del siglo XX, como las tres grandes del motor, General Motors, Ford y Chrysler).

La razón (arguyen economistas como Jeremy Rifkin, Tyler Cowen o, aquí, Santiago Niño Becerra) es que la productividad (gracias a mejoras tecnológicas constantes) y los beneficios empresariales no paran de crecer a costa de hacer innecesarios empleos, no solo de escaso valor, sino también de «cuello blanco», que han sido reemplazados por máquinas (la lista es creciente: contables, agentes de viajes?). Todo este proceso generaría una bolsa, en aumento, de trabajos inestables o a tiempo parcial que afectaría a una parte importante de la población? que no podría acceder a grandes cuotas de consumo, ante la desaparición del crédito.

Por el contrario, otras voces desmienten el inminente «apocalipsis laboral», si observamos tendencias temporales largas (por ejemplo, pese al desacople producido durante la crisis, tanto la productividad como los salarios en Europa habrían crecido, de manera paralela, un 250% durante los últimos 50 años). A largo plazo, las mejoras tecnológicas sí absorberían mano de obra y generarían empleos nuevos, pese a la destrucción de otros menos eficientes.

Las visiones negativas se están imponiendo. Pero, como dijo el primer ministro comunista Zhou Enlai, cuando le preguntaron sobre los efectos de la Revolución Francesa, casi 200 años después: «aún es pronto para saberlo».