Moneda social y empleo

Barcelona sigue el ejemplo de ciudades como Bristol o Nantes e implantará una moneda social a partir de 2017. La idea, que forma parte de un «Plan de Impulso de la Economía Social y Solidaria» dotado con 24 millones de euros, busca reanimar el empleo local y «beneficiar al pequeño y mediano comercio». Ada Colau iniciará en 2017 una prueba piloto en los barrios más deprimidos de Barcelona para, en 2019, extender la nueva divisa a otros municipios del área metropolitana.

Podría impulsar su implantación a través de uso en el pago de deudas con proveedores; como pago de parte de los microcréditos y créditos concedidos por el Consistorio o incluso para abonar una parte de las retribuciones de los funcionarios, y que ellos puedan emplearla para comprar en las empresas locales que acepten su uso.

Ya hay alrededor de 4.000 sistemas similares implantados en todo el mundo. Demos un repaso:

‘Bristol Pound’ (Bristol, Reino Unido)
La ‘Bristol pound’ (‘Libra de Bristol’) nació en 2012 y es uno de los ejemplos de moneda local más populares en Europa. La creó una asociación, aunque tuvo el respaldo del Ayuntamiento de la ciudad (liderado por Peter Main, del Partido Liberal Demócrata) y también de la Bristol Credit Union. Tiene billetes físicos y un cambio oficial de 1 Bristol Pound = 1 libra esterlina, aunque también se puede pagar online o a través de un SMS con el teléfono móvil. Su objetivo es favorecer el comercio local bajo el lema: «el dinero generado en Bristol, se queda en Bristol’ y evitar así la especulación monetaria que, denuncian, llevan a cabo grandes empresas que evitan el pago de impuestos con sedes en paraísos fiscales.
 ‘Sol-Violette’ (Tolouse, Francia)
Nació en 2007 en Tolouse, aunque después se fue implementando en varias regiones francesas. Fue impulsada por una iniciativa ciudadana, que se organizó en una asociación y recibió el apoyo del alcalde, que aportó al proyecto 120.000 euros.A diferencia de los sistemas de moneda local virtuales, en este caso sí se emiten billetes físicos con respaldo en euro, lo que facilita que esta divisa circule entre los consumidores y los comercios locales. Los comercios pueden usar los Sol-Violette para hacer intercambios comerciales o pedir el reembolso en euros, aunque para ello deben pagar una comisión. Para evitar la acumulación de moneda, los billetes caducan tres meses después de su último uso.
 ‘SoNantes’ (Nantes, Francia)
Nació en 2014 con el apoyo del Ayuntamiento de Nantes, impulsado por su alcalde, Jean-Marc Ayrault, miembro del Partido Socialista y artífice del proyecto de la Comunidad Urbana de Nantes. Al igual que muchas otras monedas sociales, su objetivo era estimular y facilitar la economía local. Es una moneda puramente virtual, sin billetes ni monedas físicas y no se puede cambiar con euros ni con ninguna otra moneda oficial, aunque su equivalencia es 1 soNantes = 1 euro. A través de este sistema, un usuario de la red hace un pedido a un proveedor y esta acción genera un débito al solicitante y un crédito al proveedor, que puede utilizar inmediatamente. Su filosofía es mantener un equilibrio entre el débito y el crédito, evitando deber o acumular demasiados SoNantes.
 ‘Sardex’ (Sicilia, Italia)
El sistema nació en 2006 en Cerdeña impulsado por un grupo de amigos y su filosofía es la del crédito mutuo, sin utilizar billetes o monedas ni físicos ni digitales. El sardex funciona puramente como medio de cambio, sin intereses. Cada miembro comienza en cero ofreciendo un bien o servicio a otros miembros de la red. A su vez, puede endeudarse hasta un límite que es marcado precisamente por lo que tiene que ofrecer a las otras compañías. La idea, que nació en Cerdeña y ha ido sumando varias ciudades sicilianas, ha permitido mejorar el comercio y la actividad empresarial de la isla y en 2009 ayudó a los pequeños comerciantes a capear mejor la crisis.
 ‘Chiemgauer’ (Alemania)
Esta divisa local nació en 2003 como proyecto escolar en Prien am Chiemsee, Baviera, Alemania y logró instaurar su uso en algunas localidades como Rosenheim y Traunstein. La idea surgió en las aulas del profesor de secundaria Christian Gelleri, como un programa que buscaba promover el comercio local, ya que, según la idea original, la moneda mantendría el poder de adquisición dentro de la región mejor que el euro y favorecería a los pequeños negocios locales -con una tasa de cambio fijada según la cual 1 chiemgauer = 1 euro-; así como crear empleo, promover actividades sin ánimo de lucro o incentivar la solidaridad entre los negocios y los vendedores locales.
 ‘WIR’ (Suiza)
Nació hace 80 años, en 1934 y es uno de los sistemas de moneda complementaria más veteranos. Su origen está en varios comerciantes que se unieron tras la Gran Depresión, aunque la idea terminaría transformada en un banco cooperativo para apoyar a las Pymes suizas, principalmente en sectores como la construcción, la hostelería o los servicios profesionales. A través de su uso, las empresas pueden comprar y vender entre ellas sin usar la moneda oficial, el franco suizo. En la actualidad, la facturación a través de esta moneda supera anualmente los 1,5 billones de euros y cuenta con más de 50.000 empresas asociadas, constituyendo cerca del 2% del PBI suizo. Un ejemplo de moneda local que, según ha destacado Colau, «ha supuesto un factor destacado de estabilidad en la economía suiza».

En una entrevista privada con otros financieros internacionales y según una fuente anónima de Bloomberg, Wolfgang Schäuble, ministro de finanzas alemán, reconoce sin apoyar la posibilidad de creación de una moneda complementaria al euro en Grecia.

La idea no es nueva en absoluto y hay todo un movimiento de iniciativas activistas creando monedas complementarias en diversos lugares del mundo. El documental “Monedas de cambio” lo ilustra.

Los precedentes son muy alentadores (aunque lamentablemente ausentes de todo programa de estudios de ciencias económicas). En primer lugar, el WIR, una moneda paralela que pusieron en marcha un puñado de empresarios suizos en 1934 y que ha sido clave en la estabilidad de la economía real suiza, actuando de forma anticíclica desde entonces. En la actualidad más de 60.000 empresas suizas (una de cada cuatro) tienen cuenta en WIR.

En Brasil, las monedas complementarias han sido un factor tan importante para el desarrollo de zonas deprimidas que se ha convertido en el primer país del mundo cuyo banco central apoya las monedas complementarias sociales.

A raíz de la crisis del Euro, las propuestas han empezado a llegar cada vez desde más arriba. En 2012 un grupo de economistas en una reunión de la patronal de pymes alemanas emitieron una declaración en favor de la creación de monedas complementarias en los países en dificultades de la zona euro. Entre ellos estaba el ex-economista jefe del Deutsche Bank, Thomas Mayer, junto a promotores de monedas sociales como el Chiemgauer de Baviera.

En la misma línea, desde 2011 un grupo de promotores hemos estado presentando la propuesta del Proyecto Eurocat para crear una moneda complementaria catalana. El Eurocat es uno de los pilotos del proyecto D-cent, destinado a crear herramientas tecnológicas para el empoderamiento de la sociedad por medio de participación directa en decisiones políticas y de una moneda social con control social del crédito.

Recientemente, y ya en alusión directa a Grecia, han surgido diversas propuestas, como o la recientemente publicada en Alternativas económicas y escrito por un grupo de académicos franceses: ¿Y crear un euro-dracma?.

Lo más preocupante es que en un reciente artículo, el comentarista del Financial Times Wolfgang Münchau, también apoya una moneda complementaria o paralela en Grecia como modo de evitar la salida de Grecia del Euro. Y en el artículo de Bloomberg que cito al principio se puede leer que Goldman Sachs lo recomienda, clara señal de que tienen intención de hacerse con el negocio.

En un reciente foro de innovación en banca y finanzas se dijo la frase “Nadie tiene ni idea de qué aspecto va a tener el sector financiero dentro de 5 años”. Innovaciones como el Bitcoin, el auge de los préstamos P2P o la desaparición del efectivo en Dinamarca, están abocando al sector monetario y financiero a cambios dramáticos que estamos por ver.

 

¿Moneda paralela o moneda social?

Una moneda paralela o complementaria es una moneda que circula al margen de la moneda oficial, sin más. Pero hay un grado más allá, que es una moneda social. Las monedas sociales son aquellas en las que sus usuarios aceptan conscientemente sus reglas de funcionamiento y pueden participar en crear o modificar estas reglas. Es el tipo de monedas que los activistas estamos promocionando, por ejemplo desde el Instituto de la Moneda Social. La clave de una moneda complementaria ahora es que sea social, porque el hecho de que el sistema monetario y financiero covencional no funcione tiene que ver con el hecho de que su diseño es estructuralmente asocial e insostenible.

Es una oportunidad histórica de ser artífices del cambio de sistema monetario y financiero que se avecina. Pues que este cambio va a llegar es algo que cada vez está más claro, pero que la ciudadanía participe y el cambio no sea más de lo mismo, es responsabilidad de todos nosotros. Está en nuestra mano: podemos dejar que los financieros habituales creen su moneda paralela en favor de sus propios intereses (no olvidemos que son los bancos quienes crean la mayor parte del dinero en circulación) o podemos participar en la construccion de una moneda social creada para y por la gente.

http://soberaniafinanciera.org/tag/ada-colau/

http://www.monedasocial.org/category/sobre-monedas-sociales/

Ahora, el interés genera una necesidad compulsiva de crecimiento del PIB (el volumen de mercancías intercambiadas con dinero) que nos lleva a la destrucción del planeta. La sostenibilidad del planeta implica acabar con el capitalismo financiero de la deuda con interés (This changes Everything, Naomi Klein).

http://www.monedasocial.org/apuntes-soberania-monetaria/

http://www.deotramanera.co/ayudar/economicamente-dinero/monedas-sociales-que-son-como-funcionan